Anillo Verde Ciclista de Madrid 2007

Escrito por Patxi Ortiz.

Por si alguno no se había enterado, nuestra capital consta de un carril bici que la rodea.
Es sin duda esta ruta una especie de peregrinación a través de las calles de esta ciudad, que cada vez mas parece abandonar el buen gusto por el ladrillo al mogollón.
No es un día para perdernos entre paisajes, sino más bien, para afrontar el reto simbólico de recorrer nuestra ciudad sin pelearnos con los coches.

Salida a las 10:30 en la gasolinera en frente del metro de Aluche.

Es aquí, en este punto donde el carril bici enlaza el parque de las Cruces con el parque de Arias Navarro, donde nuestros cronómetros se ponen a cero.

Atravesamos el parque de Aluche en dirección a la Casa de Campo, a través del amplio carril que bordea el parque, plagado como no, de paseantes madrugadores que no parecen comprender el porqué en sus aceras de color rojo de vez en cuando aparecen biciclistas. Eso demuestra lo lejos que estamos de aceptar a la bicicleta como medio de transporte.

Los siguientes 10 kilómetros discurren entre los alrededores y la propia Casa de Campo. Sin duda lo más agradecido del viaje, esta es la única parte que podemos considerar bonita. La Casa de Campo en otoño es jubilosa y se agradece que el paisaje sea generoso con el cicloturista.

En el kilómetro 15, abandonamos la Casa de Campo cruzando la M-30 a través de un puente angosto que nos lleva ante un diminuto carril que transcurre paralelo a dicha carretera. Estos 3 o 4 kms  fueron los más "urbanos" de la ruta, circulando por la zona de Puerta de Hierro, por la calle Arroyofresno hasta llegar a la zona de Pitis.

Aproximadamente en el kilómetro 20 de nuestro recorrido llegamos al barrio de Montecarmelo, aquí el terreno pica hacia arriba y los alucheros se agarran a la bici, pero son repechos cortos de los que pronto se olvidan. Salimos de Montecarmelo y por debajo de un impresionante túnel solo para ciclistas que cruza la carretera de Colmenar, llegamos a las Tablas. A la salida del túnel, foto de familia para pasar lista a todos los que hemos venido.

En el barrio de las Tablas, así como en Montecarmelo, abundan las amplias rotondas, el carril bici se corta continuamente por los semáforos y las amplias avenidas casi sin coches animan a saltárselos. Sin duda esta zona, cuando esté poblada, será peligrosa para el ciclista impaciente que no aguante el tener que pararse cada 100 metros.

En el kilometro 30 de nuestro cronómetro llegamos al km 0 del anillo verde. Es el momento de parar a avituallarse y mineralizarse, que los alucheros andan ya un poco flojos de pierna, bueno unos más que otros, pero tampoco vamos a entrar en detalles.

Una vez con el buche apaciguado, abandonamos las Tablas cruzando la N-1. Nos dirigimos al barrio de Hortaleza, esta parte es la más favorable.  Nos dejamos caer en una ligera bajada disfrutando del paisaje de hormigón diferente al de los barrios nuevos. Estas casas ya no tienen las fachadas frescas y el aroma a viejo barrio se esparce por todos los lados.

Alrededor de nuestro km 40, y una vez pasado la zona de IFEMA y el Campo de las Naciones para llegar hasta Canillejas atravesando la N-II, nos encontramos con el único tramo inacabado debido a las obras de la Peineta. Guiados por los símbolos dibujados en la carretera y sin mucha dificultad pasados un par de kilómetros volvemos al carril bici.

Bordeamos la M-40 y vamos llegando a los barrios de Vicalvaro, Valdebernardo, Santa Eugenia y Vallecas acercándonos a nuestra meta. El paisaje no deja de ser el mismo o parecido: pisos bajos de antigua protección oficial, ladrillos rojos descascarillados donde los recuerdos nos llevan  a los litros de cerveza junto a las pipas, cuando jugábamos a ser rebeldes porque el mundo nos hizo así…
El terreno pegajoso a cada repecho le sigue su consiguiente bajada, lo suficiente para no coger el ritmo.

Después de atravesar un angosto túnel por la acera, llegamos a la avenida que nos conduce al parque de Manzanares. Este  túnel fue lo más peligroso del viaje, túnel estrecho con carretera en muy mal estado, oscuro y con ambiente desapacible.

El parque de Manzanares después de tanto ladrillo nos pareció un inmenso vergel, era el momento para una paradilla y a tomar impulso que el bar no andaba lejos.

De ahí pasamos al Doce de Octubre y acto seguido al Parque de Pradolongo, con unas curiosas esculturas de colores en forma de columnas que gravitan sobre el suelo, justo al lado estaban haciendo unos edificios que me recordaban a mi muy añorada Polonia, todo lujo soviético, austeridad y melancolía, el sitio ideal para  un suicida.

Km 64, el barrio de Orcasitas, las papilas gustativas de los aluchero se van abriendo… Vamos llegando a la Tasca donde nos esperaba nuestro merecido almuerzo.

Y es aquí, en los bares, donde unos se crecen y otros se desinflan, donde las cuestas no eran tan largas y el kilometraje escaso, pero bueno un aluchero sin  cerveza es como una bici sin  cambios.

Los últimos tres kilómetros que aún nos quedaban hasta el punto de partida, con el estómago lleno fueron una especie de siesta etílica sobre un sillín de unos palmos.
Sin duda todo un divertimento.

Fotos en Panoramio

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