Alto Tajo y Hoz del rio Gallo

Escrito por Julio Chuvieco.

Todo fue muy rápido, la ruta surgió una semana antes. Javi, un histórico aluchero, que ha formado parte de múltiples rutas, decidió acabar el verano, o empezar el otoño en Guadalajara, en el Alto Tajo. Tenía recuerdos vagos de esta zona, ya que fue una de sus primeras rutas cicloturistas, allá por el año 1995. Así, acompañado de Julio, se encaminan desde Madrid hasta Molina de Aragón, localidad donde empieza la ruta de dos días que hemos confeccionado.

Molina de Aragón, una villa con siglos de historia, en su origen un Reino de Taifa, conquistada en el siglo XII por el reino de Aragón y repoblada por el reino de Castilla, esto trajo consigo continuas disputas entre los dos reinos, en este siglo es cuando Molina de los Caballeros que así se llamaba, pasa a ser señorío y conseguir sus fueros. Esos siglos siguientes transcurren entre continuas guerras, en una de ellas en el siglo XIV, Molina pasa a llamarse de Aragón, años más tarde volvería a caer en manos de Castilla, situación que no volvió a perder, el señorío de Molina se componía de sexmas o territorios, nosotros nos adentráremos en la sexma de la sierra y la sexma del sabinar. Seguimos con la historia, el siglo XVI en Molina, debido a la unión de Castilla de Aragón, comienza un crecimiento económico y demográfico, su paso aduanero entre Castilla y Aragón hacen que Molina se convierta en un punto estrategico.

La guerra de la independencia es la antesala del declive, la Villa resiste con fuerza a las tropas Napoleonicas, estas como venganza, arrasan e incendian la villa, recibe el título de "muy noble y muy leal". En el siglo XIX se constituye la provincia de Guadalajara, y Molina pierde sus fueros y su importancia.

Actualmente Molina de Aragón intenta despertar, el turismo, los servicios pueden ser su futuro más inmediato. Posibilidades tiene, un casco medieval, al que le hacen falta algunos arreglos, judería, morería, murallas y un alcazar-castillo, uno de los más grandes de España.

Partimos de Molina sobre el mediodía, después de comer unos bócadillos en uno de los bares de la zona, empezamos ascendiendo, a nuestras espaldas una panorámica de la Villa de Molina de Aragón, la carretera tiene buen firme para rodar, con continuos toboganes. El pedaleo transcurre entre campos de girasoles, y dejando a los lados del camino poblaciones como Valsalobre, Teroleja, Valhermoso y Tierzo. Llegamos a Terzaga, donde rellenamos nuestras botellas de agua, ya que hasta Peralejos no hay más pueblos. Terzaga es un pueblo que conserva muy bien su arquitectura popular, con las típicas casonas castellanas, además es la puerta natural del alto Tajo. Aquí, cambiamos de carretera y de paisaje, como dice Javi "esto ya huele a Tajo".

Desde Terzaga empezamos subiendo por bosques de pinares y sabinas, casi siempre en sombra. El paisaje empieza a ser muy atractivo y nuestras cámaras de fotos empiezan a calentarse, misteriosamente el firme de la carretera cambia, a peor. La crisis acecha a estas regiones, se quedaron sin presupuesto para acabar la carretera y condenaron el desarrollo turístico y económico de los pueblos de la zona, la carretera es un auténtico infierno para el tráfico rodado, el asfalto apenas existe y todo son parches. Descendemos por el barranco del Horno hasta el río Cabrillas, comenzamos a ver las primeras parejas de buitres y fotografiamos un entorno natural inigualable. Nos queda remontar el río para nuestro siguiente destino, Peralejo de las Truchas.

Peralejo formó parte de la sexma de la Sierra, fue repoblada por familias vascas y en el siglo XIX logró alcanzar los 800 habitantes, después la despoblación y el declive económico dejó mermada su población, ahora cuentan con algo más de 150 habitantes, que intentan sobrevivir del turismo rural, varias casas rurales, sitios para comer y un camping reabierto este año, hacen que las temporadas estivales triplique su población.

En unos de los bares, dejamos el agua por la cerveza, y entramos en tertulia con el dueño del establecimiento, poniéndonos al corriente de lo que nos espera en el cañón del Tajo.

Pues sin más dilación y con muchas ganas, nos ponemos en camino, los farallones de piedra caliza nos contemplan desde ambos lados de nuestro recorrido, llegamos hasta el puente del Martinete, donde dejamos la carretera y tomamos la pista que no abandonáremos hasta el día siguiente.

El paseo por el Tajo es intenso, el otoño empieza a despuntar y los tonos armarillos y ocres, empiezan a teñir los chopos. El recorrido es engañoso, vamos río abajo, pero tenemos muchos tramos de subidas, incluso algunos con pendientes del 18%. El sol empieza a esconderse y hay que buscar algún sitio para dormir. Llegamos a la laguna de Taravilla y en sus inmediaciones, es donde decidimos montar el campamento, esta noche dormimos al raso, hace una temperatura ideal, esta noche podemos disfrutar de algo que para la gente de ciudad y de otros muchos, ha dejado de existir, un cielo limpio, nuestros ojos se pierden en la bóveda celeste, la infinidad de estrellas de la vía láctea, hace que confundamos muchas constelaciones que se ven a simple vista una noche cualquiera. De fondo escuchamos a los ciervos marcando su territorio, estamos en la época de la "berrea", sonido gutural que emiten los venados en su época de celo, en el Alto Tajo conviven los buitres, Águilas, ciervos y zorros.

La noche ha sido tranquila, y tardamos en desperezarnos,el día se presenta con una temperatura ideal para montar en bici. Bajamos hacia el puente que cruza el Tajo, una pasarela de madera, comunica con el salto de la Poveda y la pista que no abandonáremos más,desde ahí contemplamos las aguas cristalinas, la tonalidad verde del fondo invitan a darse un baño. Desde el río cruzamos un bonito pinar y ascendemos a la pista principal por un sendero no apto para montar en bici.

Nos encontramos con unos apartamentos y un restaurante, Las casas de Salto, un bonito sitio para pasar unos días. Seguimos entre pinares y toboganes, parando cada vez que vemos un rincón que fotografiar.

El Alto Tajo sin duda es unos de los parajes naturales más importantes del centro de España, desde que se creó en el año 2000, los visitantes cada vez son más. El entorno está muy bien cuidado, y la pista bien señalizada, con continuos paneles informativos. Hay áreas de descanso salpicadas por todo el camino y numerosas fuentes. En un área decidimos comer, en la de la Taleguera. La pista empieza a ser cansina, llegamos a la carretera y descendemos hasta el puente de San Pedro, allí el Tajo y el Gallo se unen, nosotros decimos adiós al Tajo y damos la bienvenida al Gallo, que nos acompañara hasta Molina. La carretera que aparece como tal en todos los mapas, la CM-2015, no existe, es una pista de tierra, unos ciclistas franceses que van rumbo a Molina como nosotros, deciden echar pie a tierra, debido a sus finos neumáticos. Llegamos a la altura de Cuevas Labradas, allí aparece la carretera de la Hoz del Gallo.

El camino se hace muy agradable, la carretera en buen estado y sin tráfico, asciende suavemente río arriba. Llegamos a Torete, donde visitamos el bar del pueblo para refrescarnos. Todavía nos queda camino, y partimos con premura para no alargar demasiado la jornada. La llegamos hasta el santuario de la Virgen de la Hoz, aquí es donde se pueden contemplar las vistas más espectaculares de la Hoz de Gallo. Hay una escalera de piedra que sube por los muros verticales de piedra arenisca.

Seguimos el curso del Gallo, el paisaje empieza a abrirse, desde el día anterior, hemos ido encajonados por dos ríos, los cultivos de cereales predominan en nuestro regresó a Molina, donde llegamos a la caída del sol. Han sido 67kms, y hemos acabado cansados. Nuestra visita al Alto Tajo ha sido satisfactoria, prometemos volver.

Saludos Alucheros

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