Ruta del Danubio en bici, Viena-Budapest
A esta ruta fueron 9 alucheros, todo un pelotón, en Budapest finalizamos siete, y los otros dos alucheros, viajeros mas emprendedores siguieron su camino a través de los Carpatos en busca de su gloria y acompañados por la belleza, nuestra fiel guía de este viaje.
Sábado 12 de agosto 2006-Viena
Aterrizamos temprano en Viena con los ojos aun pegados por la desastrosa noche que nos había regalado Barajas. Sin embargo el corazón que había permanecido aletargado se desperezaba a ritmo de salchicha en un bar del aeropuerto vienes, primera clavada. Lo primero que uno percibe cuando llega a Viena es que es caro, muy caro, vamos que si te despistas te dejas en el primer bar no solo el parne sino hasta las entrañas.
Habíamos decidido tomarnos el primer día de asueto, para disfrutar íntegramente de la capital austriaca, sin embargo el día no se presentaba muy propicio, la lluvia empañaba los edificios que apenabas se asomaban entre las aceras, una lluvia diminuta, casi imperceptible que poco a poco te iba calando.
Viena, como todo el mundo sabe , es una ciudad imperial, capital de varios imperios, majestuosa, con edificios enormes y graves, donde el caminante se siente diminuto.
Viena es una ciudad que se merece más de unas horas, pero el viajero sobre ruedas anda escaso de tiempo, y recorre Viena con todo lo que abarca su mirada, en un paseo fotográfico por todas sus esquinas.
De Viena sin duda me quedo con una hermosa estampa, la Catedral, enérgica, gótica, ennegrecida por el paso del tiempo, y hoy incluso mas gris por el empecinamiento del agua sobre su fachada.............Después del paseo las cervezas, y es ese momento donde algunos se crecen, y otros se achican buscando su espacio.
En Viena dormimos en el hostal Wombats, cerca de la estación de Westbhnhof, no muy lejos del centro. Un alojamiento decente y alegre, por un precio módico de 18 euros, barato para estos lares. La noche fue larga para algunos, el sitio tenía todo la marcha de Viena, para otros al atardecer se nos apago la luz.
Si queréis más información sobre el youth-hostal acercaros a esta página http://www.wombats-hostels.com/viena-hostel/index.php
Domingo 13 de agosto 2006-Viena- Bratislava (81 kms)
En nuestro primer día de ruta propiamente dicha, la mañana se levanto húmeda pero con la promesa de regalarnos sol durante el resto de la jornada.
Después de despedirnos de nuestro alojamiento , y de amordazar nuestras alforjas sobre nuestro vehículo , nos dirigimos, ansiosos por lanzarnos a esta aventura, a llenar el buche imprescindible si se quiere viajar sobre la bici.
Escogimos un turco que ya habíamos visitado el día anterior, no muy lejos del hostal en la propia avenida de Mariahilfer donde desembocaba la calle del albergue. No me acuerdo del nombre pero si algún día os acercáis por esos lares, no dejéis de visitarlo , por un buen precio podréis comer unas excelentes tortillas, con un trato exquisito que nos dejo un buen sabor de boca para emprender nuestra ruta.
Con el estomago lleno nos dirigimos a buscar el carril bici, para ello tendríamos que llegar al Danubio ya que el carril debería ir por una de sus orillas. Desde el alojamiento hasta coger el carril propiamente dicho recorrimos alrededor de 10 kms, todos ellos sin salir del carril bici. La infraestructura de Viena para desplazarte en bici es excelente, incluso nos sorprendió con un puente , una verdadera obra de ingeniería que cruzaba el propio danubio y nos dejaba a los pies de la otra orilla donde nacía el carril del danubio trail.
En Viena no hay coches que como sombras se apropian de todos los espacios, en Viena no hay dobles filas, ni automóviles que rugen a los peatones, en Viena que no esta muy lejos de aquí, la ciudad se mueve en tranvías, los ciudadanos se desplazan en bici en un pías eminentemente lluvioso. Viena como otros lugares de la vieja Europa es un ejemplo de ciudad para el peatón.
Cuando uno se va de Viena se da cuenta de lo sumamente incomoda y desapacible que es una ciudad como Madrid, y de lo lejos que estamos de crear una ciudad atractiva para los ciudadanos que antes que coches son peatones.
Salimos de Viena, con el corazón puesto ya en otros países y en otras ciudades. A los pocos kilómetros dejamos de ver el danubio y nos adentramos en un hermoso parque que nos regalaban las afueras de la ciudad austriaca. Los primeros kilómetros nos recordaban que ya éramos viajeros y que en el camino esta nuestra esencia.
El camino se alzaba sobre un pequeño promontorio , rodeado de árboles por ambos lados y con la presencia no muy lejana del gran río , al que no podíamos ver pero si presentir.
El carril completamente llano y con la belleza que el verde arroja sobre el paisaje, con el tiempo se iba haciendo monótono y previsible, pero como cualquier camino tiene su sorpresa, y su sorpresa tenia la forma de cerveza, en medio del campo y al lado del camino nos encontrábamos con pequeñas cervecerías y en una de ellas fuimos a olvidarnos de la monotonía.
En este tramo, el carril bici no atraviesa por pueblos hasta Hainburg. En este pueblo no muy lejos de la frontera y con ya mas de 65 kms sobre las piernas, la fisonomía del camino ya había cambiado , el paisaje se llenaba de espigas y de campos labrados, y mientras que el viajero continuaba absorto en sus pensamientos y en el entorno, se acercaba sin quererlo a los confines de Austria.
A los 77 kms recorridos entramos en Eslovaquia, pasamos por el puesto fronterizo sin parar y como quien no quiere la cosa. Una vez en tierras eslovacas retomamos el camino sobre una especie de carril bici que atravesando un parque y en apenas 4 kilómetros nos deja sobre un puente que sirve de puerta a Bratislava, la segunda joya de nuestro viaje.
Después de 81 kms y ya agotados por nuestra primera etapa, nos adentramos en la ciudad para buscar alojamiento, y como el hostal que teníamos en mente parecía lejano, nos quedamos con un apartamento que una señora nos había ofrecido por la calle. Por 100 euros dormimos los 9 en un piso en pleno centro, con menos camas que personas , pero como el viajero sabe a lo que vino, acepta y se acomoda como puede.
La noche acaba sobre el danubio, en una inmensa barca que hacia las veces de bar nocturno, entre el vaiven, las cervezas y la música que sonaba a regatón latino nuestra visita fue breve .
Lunes 14 de Agosto – Bratislava-Hédervar (66 kms)
Bratislava es una hermosa ciudad no muy grande, con sabor centroeuropeo, con atrevidas plazas de múltiples colores y aromas, con estatuas de bronce que se posan en las esquinas, y con figuras de papel que hacen equilibrismo en su cielo.
Volvimos a cruzar el puente con el propósito de alcanzar el carril bici que nos había de llevar a tierras húngaras. Aquí fue donde nos dimos cuenta que una de las grandes dificultades seria salir de las ciudades y retomar el camino, sobre el mapa parece fácil, pero la realidad fue que todas las perdidas se produjeron al intentar salir o entrar por las grandes urbes que atravesaban nuestro camino.
Pero claro para eso estaban los paisanos, en Bratislava un cicloturista de avanzada edad con cara de indurain nos llevo a toda hostia hasta dejarnos en el carril bici, tuvimos que abandonar su rueda para no desfallecer en las primeras pedaladas.
Cuando llevamos alrededor de 23 kms nos encontramos con la desviación a Rajka, era en este punto donde abandonaríamos temporalmente al gran río y nos dirigiríamos a las entrañas de Hungría. En apenas tres kilómetros nos presentamos en la frontera, una frontera que tenía pinta de todo menos de eso, allí bajo la atenta mirada de un individuo que resulto ser un guardia pasamos a Hungría.
Una vez pasada la frontera llegamos a Rajka , la primera aldea que pisamos en tierra húngara. Repostamos como podemos en una pequeña tienda, alimentamos el cuerpo y damos cuenta de algunas botellas de Sopron, la cerveza húngara por excelencia que hará las delicias de nuestro pequeño pelotón.
De Rajka nos dirigimos a Mosonmagyarovar, a través de un carril bici que transcurre paralelo a la pequeña carretera que atraviesa los pueblos, este carril que se desvanecía en algunos momentos al pasar por las poblaciones, nos acompaño hasta Gyor, a partir de ahí la cosa sería diferente.
El transcurrir de los kilómetros hizo que nuestro metabolismo se fuera calentando y de manera espontánea, surgió el treno, así, como si de un sprint del belo chipolini se tratara nos lanzamos vertiginosamente hasta nuestro nuevo destino, en un abrir y cerrar de ojos nos plantamos en Mosonmagyarovar la primera gran población que de tierras húngaras veíamos, y con las mismas la cruzamos en busca de nuevos destinos.
Sin embargo la tarde nos deparaba una sorpresa en forma de agua, el cielo empezó a jarrear con ansia, así que tuvimos que pararnos en el pueblo de Darnozseli bajo unos soportales hasta que escampara. Cuando el tiempo nos dejo una tregua nos lanzamos otra vez al camino, como era ya muy tarde, y el cuerpo andaba cansado y húmedo, decidimos parar en el siguiente pueblo Hederval.
En este punto habíamos recorrido 66kms, algo menos de lo que en principio teníamos pensado, ya que la meta de hoy era Gyor. Pero el viajero sabe, que el tiempo es muchas veces el arbitro y el guía, que te marca cuando has de parar y los kilómetros que has de recorrer.
En Héderval dormimos en el Hostal Park Pancio, y por el módico precio de 20 euros por cabeza pudimos cenar, dormir y desayunar. Cenamos como reyes, dormimos como marqueses y desayunos como señoriítos, sin duda no encontraríamos una ganga así en el resto del viaje.
Después de la copiosa cena, dimos una vuelta por el pequeño pueblo, una sucesión de casas bajas con el encanto de lo diferente y la sensación de lo muy lejano. Decidimos acabar la noche en una pequeña tasca que sorprendía a la noche. Allí había cuatro paisanos y una camarera, que al vernos debimos de parecerles extraterrestres, sin embargo y a través del lenguaje de los signos entablamos una conversación , de la cual de muy poco nos enteramos , pero que valió para rellenar nuestras alforjas de afecto y de hospitalidad que esta gente nos regalo.
Para algunos esta estampa fue de lo mas significativo del viaje, desde ese momento pudimos apreciar lo hospitalaria y agradable que era la gente húngara que nos íbamos encontrando por el camino.
Martes 15 de Agosto- Héderval- Tata (99 kms)
Partimos en dirección a Gyor(22kms), nuestra primera gran cita de la jornada, pero antes de llegar a dicha localidad atravesamos pequeños pueblos, siempre por el carril bici que corría paralelo a la carretera.
Gyor es una mediana población de alrededor de 100.000 h, que conserva en su casco histórico uno de los patrimonios arquitectónicos mejor conservados de Hungría. Gyor es una hermosa ciudad, funcional y con el atractivo de unas calles peatonales que hicieron la delicia del viajero.
La salida de Gyor fue lo mas disparatado del viaje, estuvimos 10 kms dando vueltas a la ciudad para encontrar la carretera que nos llevara a Tata, y que no fuera la autopista que por allí pasaba. En Gyor, como en parte de Hungría, apenas hay indicaciones, y la comunicación mapa en mano con los paisanos fue infructuosa, así que cogimos una carretera que nos pareció la acertada y por supuesto nos perdimos. El volver a la carretera adecuada dirección Babolna-Tata nos costo unos 25-30 kms adicionales.
Desde Gyor y hasta casi el final del camino no volveríamos a ver un carril bici, nuestro camino transcurriría por carreteras secundarias, unos casi desiertas otras con el trafico escupiéndote su aliento al cogote.
Los últimos 27 kms desde Babolna a Tata, atravesaron un paisaje de campos sembrados que esperaban ansiosos que recogieran sus frutos, allí pudimos observar como los campesinos se las habían ingeniado para inventar una especie de cosechadora humana, donde el personal se tumbaba para recoger los frutos de la tierra, y así no tener que doblar el espinazo durante horas.
Llegamos a Tata con las ultimas luces del día y con lo justo para llegar al sobre, que en esta pequeña ciudad tenía la forma de barracones de campamento, pero como el viajero estaba cansado no dijo nada, ceno y a la cama que tanto kilometraje necesitaba sueño.
Mas información alojamiento http://www.oregtohotel.hu/eng/arak.php, modesto y barato, pero suficiente para calmar al cansancio.
Miércoles 17 de agosto- Tata- Esztergom (61 kms)
Tata es una pequeña población que vive mirando a un precioso lago que acaricia sus casas, alrededor del lago surgen múltiples restaurantes y bares con el oficio de surtir al turista, y los deportes de agua parecen florecer también en cada uno de sus recodos. Puede el viajero observar como los chavales demuestran su habilidad con los remos en diminutas canoas.
Abandonamos Tata en dirección Tarjan, apenas habíamos dejado atrás la ciudad la carretera empieza a empinarse y nos vamos adentrado en un espeso bosque que nos acompaña a ambos lados del asfalto, como el camino ha sido siempre llano la presencia de cuestas nos sorprende con las piernas y el corazón perezoso ante el esfuerzo, y lo que en realidad pudieron ser unos cuantos repechos nos pareció el mas empinado de los puertos.
Desde Tarjan a Bajna el terreno se hace mas llevadero, entramos en una zona rompepiernas, que ya nos acompañaría hasta el final de la etapa, aunque ha decir verdad las bajadas superan a los repechos.
Al llegar a Bajna llevábamos 41 kilómetros sobre las piernas, en este pequeño pueblo decidimos repostar para que el animo con el buche lleno volviera a reponerse.
Comimos en una pequeña cantina un menú que parecía ser típico por aquellos lares, de primer plato el gulag, una especie de patatas con carne, bastante especiadas que le hacían adquirir matices diferentes a nuestro guiso, y de segundo , ñoquis con repollo, un engrudo de altas calorías que se transformaba en una pasta en la boca y que espanto al hambre durante unas cuantas horas.
Los siguientes kilómetros transcurrieron en una digestión pausada, sin el alborozo que presagian los coches, por una carretera sin ruido y con la única letanía de las hojas de los árboles que nos arrojaban su sombra. Sin embargo al llegar a Taj, cogimos la vía que venia de Komaron, esta carretera era más transitada y el ruido de los automóviles nos hizo despertar del letargo.
En apenas 9 kilómetros entramos en Esztergom, por fin nuestro camino volvía al recodo del Danubio que ya no abandonaríamos hasta el final del viaje.
En Esztergom encontramos alojamiento en el camping http://www.grancamping-fortanex.hu/kepeken.htm, dormimos en un bungalow, por un precio aceptable y con unas instalaciones decentes.
Aquí en este camping descubrimos el mayor enemigo de nuestro viaje, unos pequeños y mordaces mosquitos que nos devoraron a la caída del sol , aquí junto al danubio podíamos divisar la no muy lejana cúpula de cobre verde de la basílica de Esztergom, sin duda una de las joyas arquitectónicas del viaje.
Salimos a cenar con el aroma del relec sobre nuestro cuerpo, y con la satisfacción de haber llegado sin ningún contratiempo a la curva final del viaje.
Jueves 18 de Agosto- Eztergom- Szentendre (52 km)
Eztergom es una ciudad fronteriza, con el danubio como sutil línea que le separa de Eslovaquia, pero sobre todo, es una ciudad que destaca por su imponente basílica, visitada por miles de turistas.
Las columnas gigantes te hacen sentirte pequeño, diminuto casi imperceptible ante su inmensidad, lo sobrio de su fachada te muestran lo austero de la piedra y la belleza de lo sencillo, su cúpula verde que a modo de sombrero parece saludar al viajero se impregna en cualquier retina.
Por dentro la basílica no es especialmente llamativa, sobria y funcional, sin aspavientos de belleza, sino fuera por alguna magnifica vidriera que colorea sus esquinas.
Nos despedimos de Estergom con un ultimo vistazo desde el mirador de la basílica, desde allí podemos ver al gran río bañando las orillas de la reciente Eslovaquia.
Desde Eztergom salimos dirección Visegrad por una carretera casi paralela al Danubio, entre curvas y recodos donde se esconde el río sujeto por la vegetación y la montaña.
La carretera sin dificultad física , si acoge una mayor presencia de coches, estamos ante uno de los sitios mas turísticos de Hungría, se presiente la ya cercana Budapest.
En 30 kilómetros llegamos a Visegrad, que constituyo durante siglos frontera del imperio romano, cuando la frontera estaba en el Danubio, Y allí junto a su castillo que no vimos, dimos cuenta de una suculenta comida, y en vez de pasear la ciudad para quedarnos con alguna de sus esencias, la sesteamos como pudimos, porque el viajero a veces como todos los viajeros parece un turista de tercera.
Y en esta siesta perezosa en la que nos hundíamos, salimos hacia Szetendre, el final de la etapa de hoy, 20 kilómetros con mucho trafico, pasando por construcciones que a modo de urbanizaciones residenciales poblaban el Danubio, dándole a este paisaje un aspecto playero, lugar de vacaciones.
Szetendre es un pequeño pueblo, con un maravilloso casco antiguo completamente empedrado, que nace al lado de Danubio, y con un pequeño paseo que asemeja un malecón . En Szetendre la presencia cercana de Budapest hace que los precios se disparen y que el murmullo de la gente suene a capital.
Nuestro alojamiento fue el camping de este pueblo http://www.pap-sziget.hu/info-en.html, destartalado, algo sucio y con precio español.
La noche la acabamos en un cubano, por eso de que a algunos el paseo al lado del rió les recordaba al malecón, aquí nos cobraron como si fuéramos ricos, que eso parecíamos o así nos entendieron, y mascullando entre dientes como nos habíamos dejado engañar nos fuimos a la cama calentitos.
Viernes 19 de Agosto- Szetendre- Budapest (25 kms)
Aunque en un principio habíamos pensado hacer esta ultima etapa en barco , para así entrar en Budapest navegando sobre el Danubio, la incompatibilidad de horarios nos hizo desdeñar esa opción.
Así que con la pereza de lo no esperado nos montamos sobre la burra. Antes nos dimos una vuelta por el pueblo , porque no es lo mismo el día que la noche, por el día Szetendre estaba lleno de tiendas como cualquier pueblo turístico que se precie, pero también pudimos disfrutar del encanto de la luz sobre algunas recónditas plazas y del bullicio de la gente que por la noche desaparece en cuanto el sol se pone.
Al salir de Szetendre , cogimos un carril bici que nos dejo en la puerta de Budapest.
Al entrar en Budapest intentamos buscar el río porque como sabíamos vértebra la ciudad y constituye parte de su paisaje en la parte interesante de la misma, al final encontramos un camino que nos dejo justo en la parte histórica de la ciudad.
Y fue en ese momento cuando por fin nuestro destino había sido alcanzado. Una foto de bienvenida con el parlamento al fondo, para el álbum de los alucheros del pedal.
Nuestro corazón se agitaba ansioso por perderse entre las calles de la que prometía ser una ciudad hermosa.
En Budapest, hay mil paisajes, el paisaje que conforma el barrio medieval del castillo, con su impresionante mirador y su hermosa catedral , las múltiples callejuelas que se empinan hacia la arrogancia del abismo. La avenida Andrassy y sus paseos amplios que asemejan a otros ciudades europeas , las miles de calles que desembocan en sutiles plazas, los edificios judíos como el museo antropológico, sus terrazas y las gentes por las calles , el viaje al pasado soviético a través del trolebús que se agarra al cielo en un equilibrio entre los edificios.
Budapest es el perfecto final de un viaje, una ciudad que nos depara mil y una sorpresas.
Después de la primera foto de rigor de los alucheros del pedal , nos lanzamos buceando entre el caótico trafico de Budapest hasta nuestro alojamiento, sin duda fue toda una hazaña cruzar el puente que nos llevaba al barrio de Buda, donde nos esperaba el alojamiento. Dormimos las dos noches en el youth hostal marco polo, un sitio agradable y bien situado desde el cual era fácil desplazarte a cualquier lugar de la ciudad.
Para mas información visitar esta pagina http://www.marcopolohostel.com/
El resto del día nos reparo la multitud de sorpresas que te ofrece esta ciudad, pero no os contare mas porque Budapest hay que vivirla, aunque solo sea un par de días en tu vida.
Sábado 20 de Agosto - Budapest
Budapest es una ciudad que se merece más de un par de días , toda una semana, o parte de una vida, pero el viajero anda escaso de presupuesto y al día siguiente ha de volver a Madrid.
En este segundo día sobre la capital húngara, unos optaron por recorrerla a pata y otros sobre la bici, unos con el ansia de captarlo todo, otros con la escasa ambición de quedarse con sus pequeñas esencias, en ambos casos supo a poco, porque Budapest posee demasiados rincones donde perderse.
Era el momento de la reflexiones, de saborear cada uno de los momentos vividos, de guardar todas las fotografías en nuestra retina, pero sobré todo era el momento de comenzar a viajar en nuevos proyectos.
En el propio hostal , nos gestionaron como llevar las bicis al aeropuerto, así que por el módico presupuesto de 60 euros, pudimos ir todos junto a las maquinas a la terminal del mismo.
A la mañana siguiente, temprano comenzaría la resaca del viaje, vuelo con escala a Madrid, cinco horas, embarcar con las bicis, esperar a que lleguen sanas, todo saldría bien, pero la vuelta a casa siempre es dura y mas si has de volver en avión con todas sus pausas y esperas.
HASTA PRONTO BUDAPEST.